Saint-Saëns y Ravel: Tríos con piano.

En 1892, cuando Camille Saint-Saëns comenzó a escribir su trío con piano no. 2, habían pasado casi 30 años desde su primera obra de este género ampliamente celebrada, su Op. 18. Mientras tanto, muchos de sus colegas consideraban que el compositor estaba irremediablemente pasado de moda. Al escribir el trío, Saint-Saëns se mantuvo fiel a sus principios como compositor, luchando por el equilibrio y la claridad y evitando el cromatismo que se había vuelto tan frecuente a raíz de Wagner. Sin embargo, es una obra inesperadamente personal, moldeada en la forma inusual de un arco simétrico en cinco partes: dos Allegros sustanciales y dramáticos enmarcan tres movimientos más cortos, sin un scherzo adecuado o un verdadero movimiento lento.

Unos 20 años más tarde, poco antes del estallido de la Primera Guerra Mundial, Maurice Ravel se dispuso a componer su propio trío con piano, a pesar de su convicción de que el sonido de percusión del piano y el canto sostenido de los instrumentos de cuerda eran fundamentalmente incompatibles. Según Ravel, solo Saint-Saëns, a quien admiraba mucho, había logrado resolver este problema. Si Saint-Saëns inspiró a Ravel a la hora de componer su Trío con piano en la menor, también hubo otras influencias: la obra fue escrita durante una estancia en el País Vasco donde nació Ravel y el tema que abre el primer movimiento muestra lo que él mismo llamaba ‘un color vasco’, empleando los ritmos característicos del zortziko. Las dos obras en esta grabación del sello sueco BIS Recordso fueron interpretadas por el Sitkovetsky Trio.

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